El artista junto a su esposa Quappi, violinista, de buena familia y mucho más joven que él en un día de fiesta de disfraces. La misma mujer que 12 años después, en 1937, lo acompañaría en su huida de Alemania, por las amenazas del nazismo.
Los elaborados atuendos y maquillaje denotan la alegría que ella trajo a su atribulada existencia. La disposición similar de los brazos de ambos y la simetría de la composición denotan la armonía que había en la relación.
El artista y su esposa Max Beckmann
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